Te invito a pasar la noche, y desayunar juntos.
Quiero dormir en tu ombligo
y despertar oyendo los latidos de dentro de tu pecho
para trepar por tu cuello, despacito, sin hacer ruido
y robarte un par de besos suicidas
que me esperan en la comisura de tus labios.
Que abras los ojos lentamente
mientras se te eriza la piel,
al pasar mis manos por tus costillas.
Enredar mis piernas con las tuyas,
haciéndote inmóvil para que no te marches
-para que no quieras irte-
Hacerte el amor hasta que llegue la hora de comer.
O de cenar
y tener la excusa perfecta
para que te quedes otra noche más conmigo.
A ver qué ocurre la siguiente,
si no se nos enfría el café
o si tenemos suerte,
si seguimos conociendo el mundo
en cada muelle del colchón.